jueves, 21 de febrero de 2013

UNOS DÍAS PARA RECORDAR

Una de las obligaciones de cualquier librera que se precie (¿será ese el problema?) es leer, y recomendar o, al menos, opinar. Esta librera cumple la obligación laboral y vocacional en el vivo y directo pero ha tenido abandonado este cauce que se ha hecho imprescindible y hoy, hecho el ejercicio de contrición, vuelve a la carga con una recomendación.

¡Espero que les guste!


Título: Unos días para recordar
Autora: Marie-Sabine Roger
Editorial: Duomo, Nefelibata
Fecha: Enero 2013
Género: Novela
PVP: 15,38€


Dieciocho de febrero de 2013. Llueve fuerte sobre la ciudad. Es de noche y cierro la librería con un libro cuidadosamente envuelto en plástico bajo el brazo. Se titula Unos días para recordar.
Ya en casa espero a que los niños duerman, abro una cerveza, y me enfrasco en la lectura: ¡no puedo parar!
De un solo trago engullo el libro y cuando, en la última página, el protagonista descorcha su vino, yo me voy a acostar. Me siento reconfortada y la sonrisa de esperanza se me dibuja sola sobre la cara. Diría que acabo de leer una novela para recordar.

Unos días para recordar es la segunda novela de Marie-Sabine Roger. autora también de la inolvidable Tardes con Margueritte. Es una novela ágil y tierna, inteligente y llena de humor, de fácil lectura y gran profundidad.
La historia la narra en primera persona un sexagenario -Jean-Pierre Fabre- que se encuentra ingresado en un hospital tras haber sufrido un grave accidente. El relato alterna sucesos en el presente hospitalario y recuerdos de momentos pasados, desde los primeros años de vida del que ahora es un hombre que se acerca a la vejez y se ríe de sí admitiendo:

                          "Me pavoneo. No soy más que un viejo payaso haciendo su número." (p.153)

Tantos son los instantes de vida que se cuentan, y tan acertado el tono, que desde el principio nos parece conocer al protagonista como a un viejo amigo que, entre majadería y majadería nos habla de su vida y nos presenta con ternura a las personas que lo han acompañado y a las que va conociendo en el hospital: la enfermera afable, el doctor Dios, el policía culto, el chapero luchador, la adolescente madre...Todos personajes entrañables, todos creíbles, todos orquestados por la autora para presentar una aguda crítica de la sociedad. Y es que esta novela, tierna y llena de humor, no es una novela intrascendente y romanticona sino, por el contrario, una novela llena de vida en la que la autora aborda los problemas trascendentales de los humanos (muerte, dolor, enfermedad, familia, etc.) y muchas de las deficiencias características de la sociedad que vivimos (el paro, la homofobia, la prostución, la deshumanización del sistema sanitario, y tantos otros). Y como muestra, y para finalizar, algún breve fragmento de este texto que merece la pena degustar.

Una perlita sobre el sistema sanitario:

                             "Aquí no se tiene una fractura o una enfermedad, se es la fractura o la enfermedad.
                              Yo soy la pelvis de la habitación 28." (p.107)

Y otra sobre la prostitución:

                              "Me dan asco. Son viejos, son feos. Se parecen a mí, vejestorios caducos. Sin embargo, ser así no les importa para restregar sus gruesas barrigas, su polla fofa y su piel maloliente en chicas que tienen la edad de sus nietas. 
                              Conozco sus bromas repugnantes y sus discursos asquerosos. Aquí es diferente; forma parte de su cultura; qué quieres, necesitan dinero, las ayuda a sobrevivir...

                                Un poco más y esos cabrones se creerían filántropos."

En fin. Una novela para recordar.








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